Horizonte Pedagógico-pastoral de las Escuelas SAFA de Argentina
Nuestro credo explicado
1. Jesús como sentido de la vida.
1.1 Por su encarnación, Cristo nos revela al Dios familia, al Dios comunidad.
El misterio de la Encarnación, iniciado en Nazaret, encierra una de las realidades fundamentales de la fe cristiana. El Concilio Vaticano II afirma: “El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre” . Ofrecer como sentido de la vida la alegría de ser amados por Dios sólo es posible si asumimos toda nuestra realidad humana como una realidad redimida por la pascua de Cristo y redentora por nuestra comunión con Él . Al servicio de este anuncio ha de estar toda nuestra tarea educativo-pastoral.
1.2 Por ser la Encarnación el misterio fundamental desde el cual comprendemos el sentido de nuestra escuela, nos insertamos en la sociedad de una manera particular, para buscar el diálogo con la cultura desde la fe.
Este diálogo entre fe y cultura, se realiza por un doble movimiento: la inculturación del Evangelio y la evangelización de la cultura. Participando en la inculturación del Evangelio la escuela es fermento de aquellos valores e instituciones propios de la cultura que son germen de los valores del Reino. Por la evangelización de la cultura, la comunidad escolar es crítica de los elementos culturales que atentan contra la vida y dignidad de las personas.
2. Misión Compartida en una “comunidad de comunidades”.
2.1 Dios es comunidad de personas; Dios es amor que siempre crea comunidad como lugar de realización para las personas. La experiencia cristiana se concreta en la experiencia de comunidad: el único amor de Dios es participado por todos los creyentes. Animados por el mismo Espíritu, todos los bautizados se pertenecen, se afirman, y son salvados en comunidad; su vocación es compartir todo, haciendo suya la suerte de los otros, de modo especial de los “echados fuera” de la comunidad social o religiosa . Éste es el misterio más hondo de la Iglesia.
2.2 La escuela Sa.Fa es expresión de este misterio: una comunidad eclesial, comunidad de comunidades en la comunión católica, toda ella carismática y toda ministerial. Carismática por la diversidad de dones que ella contiene y posibilita desplegar; ministerial, porque en ella sus prácticas quieren ser servicio oblativo al modo de Jesús.
En nuestra escuela hay distintas comunidades, con distintos roles y funciones: comunidades de animación, de conducción, de aprendizaje, de iniciación, de servicios solidarios , de jóvenes. Todas ellas, igualmente valiosas, recorren distintos trayectos y están llamadas a construir, desde su lugar, la vida de la escuela.
2.3 La comunidad escolar es una comunidad para la misión , cuya centralidad evangelizadora se sustenta en el anuncio del Reino de Dios y sus señales esperanzadoras entre los hombres, desde el estilo de Nazaret.
2.4 Hermanos, laicos y laicas, presbíteros, cada uno desde su propia vocación, función, saber o lugar y ofreciendo sus propios dones, asumimos y compartimos la misión educativo-evangelizadora de la Iglesia en la sociedad civil, encarnada en una cultura y en una Iglesia particular. Esta mirada de fe de nuestro trabajo nos constituye en ministros.
2.5 La adhesión al proyecto pastoral escolar es un proceso paulatino, no algo dado desde un principio; los “umbrales” de identificación con el proyecto pedagógico pastoral son múltiples, diversos y dinámicos: van desde la tarea común hasta la corresponsabilidad en la animación, pasando por distintas instancias de participación y compromiso. Es la misma comunidad quien busca ofrecer experiencias que posibiliten recorrer este itinerario. El límite impuesto a la pertenencia es que no se opongan al proyecto.
2.6 Nuestra escuela es, para muchos, la primera o la única presencia evangelizadora en sus vidas. Por eso no se entiende como una comunidad eclesial aislada. Como obra SAFA, se sabe parte de la Asociación de la Sagrada Familia y se reconoce en relación con las distintas expresiones de la familia carismática del Hermano Gabriel. Con ellas se vincula y por esta interacción se nutre y enriquece. Como escuela de la Iglesia, se inserta en la pastoral diocesana y parroquial con un criterio de interdependencia pastoral.
2.7 Como comunidad SAFA, nuestra forma original de inserción, participación y servicio eclesial está en el testimonio de la fraternidad caracterizada por el espíritu de Familia, siendo una presencia humilde, sencilla, y activa en la Iglesia y en el mundo.
3. La escuela, lugar de iniciación comunitaria.
3.1 La novedad del Evangelio de Jesús que se comenzó a vivir en la familia de Nazaret supone un cambio de mentalidad y de la forma de concebir las relaciones de los seres humanos con Dios y entre sí: somos hijos e hijas de Dios; hermanos y hermanas entre nosotros. La sencillez de las relaciones familiares de Jesús, María y José, son icono de este nuevo estilo de relaciones, marcado por una humildad profunda, la atención y el cuidado recíprocos, el discernimiento de la voluntad de Dios, la entrega generosa y desinteresada. Por esto, la experiencia comunitaria es esencial a nuestro estilo educativo.
3.2 Educamos en comunidad y para construir comunidades. Los niños y jóvenes hacen experiencia de jugar, aprender y rezar juntos, comparten la vida, discuten criterios y miradas en lo cotidiano del aula y en otros espacios curriculares. Estas experiencias de lo comunitario ayudan a nuestros alumnos a caminar y a creer en la posibilidad de la construcción social participativa, y los alienta a la creación de comunidades allí donde se encontraren.
3.3 La comunidad adulta reflexiona comunitariamente sobre su misión y su práctica, sobre los desafíos de la escuela y sus contextos. Sea cual fuera su espacio propio de injerencia – el ámbito de la conducción, de la animación, de lo administrativo, la práctica pedagógica, lo convivencial, u otros – se vale del discernimiento comunitario para buscar juntos lo bueno, lo bello, lo justo para la comunidad escolar y sus miembros.
3.4 La vivencia comunitaria – entre alumnos, padres, docentes, no docentes, hermanos, jóvenes, ex alumnos – es un medio de evangelización privilegiado, una propuesta para vivir la vida cristiana.
La escuela ofrece espacios de explicitación evangélica, algunos obligatorios y otros optativos, desde la lógica de las primeras comunidades cristianas, con la intención de adentrar a sus miembros en la experiencia creyente, desde el primer anuncio, pasando por la experiencia catequística, celebrativa y de iniciación a la vida sacramental, hasta la posible inserción en una comunidad de fe y misión.
3.5 Toda esta experiencia comunitaria está al servicio de que aprendamos juntos:
- a valorar y cuidar la propia vida y la de los otros;
- a buscar, desde el diálogo, sentidos compartidos que ayuden a construir la identidad comunitaria, abiertos a la valoración de lo plural y lo diverso;
- a desarrollar una cultura democrática desde la participación, el disenso y el compromiso ético;
- a descubrir, desde las relaciones comunitarias, criterios de discernimiento que nos acerquen al estilo del Reino y nos ayuden a elegir conforme con el proyecto de Jesús;
- a cultivar una mirada esperanzada de la vida y de la historia, en la que se hace experiencia de la capacidad transformadora del hombre y de Dios en esta historia y se descubre la invitación a comprometernos en la construcción de una sociedad alternativa;
- a avizorar el sentido de la vida como vocación, como proyecto;
- a asumir la mediación de la autoridad como un servicio y vivenciar el uso del poder como posibilitador del despliegue de las capacidades de todos en favor del cuidado de la vida y del bien de toda la comunidad.
4. Juntos nos constituimos en comunidades de aprendizaje.
4.1 En nuestra escuela, todos aprendemos, aunque de distintas maneras y desde distintos lugares.
4.2 Docentes y alumnos, convocados en torno a la construcción y apropiación de los saberes, vivimos la relación pedagógica como una experiencia vincular que interviene en los procesos de humanización – de subjetivación y socialización – de todos sus actores. De subjetivación, porque permite al individuo reconocerse como sujeto de palabra y acción, y lo habilita a la construcción de la propia identidad. De socialización, porque es llave de entrada a la compresión del mundo y a la toma de conciencia de nuestras responsabilidades en la construcción social.
4.3 Desde la perspectiva creyente, a la relación docentes-saberes-alumnos y sus implicancias la entendemos como iniciación en el discernimiento cristiano, que nos permite abrirnos al diálogo con el Dios que se manifiesta en el mundo, en la cultura, en la historia y en las relaciones. Así, la relación pedagógica es relación pastoral, ligada al sentido de lo trascendente y al anuncio del Evangelio, tanto por cauces implícitos como explícitos.
4.4 La comunidad adulta (Hermanos de la Sagrada Familia, socios de la ASF, los directivos, los docentes, personal administrativo y de maestranza, las familias y otros agentes) se hace presente como mediadora entre las nuevas generaciones y la tradición cultural, posibilita la fusión de horizontes de unos y otros y ofrece espacios que le permiten a los niños y a los jóvenes ensayar modos renovados de ser y estar en el mundo.
4.5 La presencia de Jesús entre nosotros es la que nos convoca, nos orienta y nos impulsa en la construcción de nuestras relaciones pedagógico-pastorales. Su experiencia en Nazaret fue el lugar del encuentro entre lo divino y lo humano, la experiencia vincular en donde Dios aprendió a ser hombre. Esto abrió las relaciones humanas a un sentido más profundo, tornándolas “lugar religioso” en las que es posible hacer experiencia de encuentro con Dios.
4.6 El lugar privilegiado donde se construyen estas relaciones pedagógico-pastorales es el aula. Desde una comprensión relacional, la escuela toda se constituye en “aula”, espacio de relaciones interpersonales y con los saberes, espacio de encuentros y aprendizajes, de ensayos, experiencias y conflictos.
4.7 En la escuela Sa.Fa, la relación pedagógica está llamada a ser lugar privilegiado de humanización y de descubrimiento del misterio profundo de Dios que habita en lo más intimo de las personas, de la creación y de la historia.
5. Junto a otros, aprendemos para transformar la realidad.
5.1 Jesús, en Nazaret, quiso manifestarse en lo oculto, en lo sencillo, en lo cotidiano e invitarnos a hacer nuestras sus opciones: su pasión por el Reino de Dios, la solidaridad y la cercanía con los últimos, los pobres, los débiles .
Solidario con los más pobres y comprometido con su causa, Jesús interpretó su propia misión como un envío de parte del Padre a anunciar a los más pequeños la llegada de un orden distinto . Para Jesús, que “el Reino de Dios está entre ustedes” , significa proclamar que Dios sale en defensa de quienes tienen su vida amenazada por el dolor o la injusticia, y generar las condiciones para restituir a las personas a la común dignidad humana e incluirlas en la comunión con Dios y en la comunidad.
5.2 La escuela SAFA está llamada a comprender su misión educativo-evangelizadora desde la causa, la lucha y el destino de los pobres, de modo tal de hacer de esta opción, que fue la de Jesús, un criterio que oriente y anime sus modos de relacionarse, organizarse, interpretar la realidad e insertarse transformadora y sanadoramente en ella.
5.3 El discernimiento desde el lugar del pobre es un proceso de educación en la fe por el cual los grupos y las personas, niños, adolescentes y adultos, son acompañadas a convertirse en las distintas esferas de su vida, pasando al “lugar del pobre”. Ponerse en el lugar del pobre significa una toma de posición epistemológica y social. Es a partir del lugar de los pobres y en solidaridad con ellos que se quiere actuar y pensar sobre Dios, sobre Jesucristo, sobre la gracia, la historia, la misión de la Iglesia y de la escuela, la economía, la política, el futuro de la sociedad y del hombre y del mundo. Como toma de posición es un camino abierto que significa una invitación a la conversión: volver nuestro corazón a Dios, liberador de su Pueblo por la Resurrección de Jesús, abandonando toda manera de pensar u obrar que atente contra la vida y la justicia para volver al mundo su consistencia y autonomía de creatura destinada a ser consagrada.
5.4 Los miembros de una escuela SAFA, dóciles al Espíritu, gestan y realizan este camino de conversión en la práctica del discernimiento comunitario, en los espacios de reflexión, práctica, oración y celebración que a cada uno le es propio por su lugar de inserción en la comunidad escolar. Todos encuentran inspiración en el estilo de vida humilde, sencillo y activo de la Sagrada Familia de Nazaret. Como ella, que fue pobre entre los pobres, los miembros de la comunidad comparten con sencillez su tiempo, sus cualidades, sus energías y el don mismo de sus diversas vocaciones, prestando una especial atención a los más necesitados.
5.5 Proponer una educación para la transformación de la realidad, desde los valores del Reino de Dios, es construir un saber que posibilite develar los mecanismos de poder que excluyen, marginan, explotan y, al mismo tiempo, que permita pensar y “ensayar” otros modos de relacionarnos, de resolver los conflictos, de distribuir y utilizar el poder, en aras a la construcción de una sociedad más justa e inclusiva.
La austeridad y el cuidado en el uso de los bienes, la promoción de la justicia social, la denuncia de toda forma de injusticia, la solidaridad concreta a través del desprendimiento de bienes materiales, la comunicación de bienes sociales y culturales, hasta llegar a la inserción laboral y pastoral en ambientes excluidos para trabajar junto a ellos en su propio proceso de liberación, son distintos modos de ir encarnando este camino de conversión comunitaria.
5.6 Desde la clave de la construcción comprometida de un nuevo orden social, la escuela se ofrece como espacio privilegiado de ejercicio de una ciudadanía nueva, toda vez que en ella se imparten visiones del mundo, se construye conocimiento y se aprenden modos de participación y relaciones sociales. Nueva ciudadanía que promueve el protagonismo en la construcción de una conciencia colectiva, que se siente responsable de un destino común y que es capaz de proyectar y encarnar una praxis social comprometida con la historia.
5.7 La escuela redefine sus vínculos con la sociedad civil y teje redes junto a otras instituciones y organizaciones sociales con la que comparten miradas, acuerda estrategias y asume una tarea común.
5.8 Desde el lugar de pobre y en dialogo con las diversas realidades y experiencias humanas nuestra escuela se constituye en un espacio de frontera, “una vanguardia crítica de la Iglesia en el mundo”
Pensar la escuela como espacio de frontera es entenderla como un espacio social permeable, abierto a las relaciones entre personas y grupos con experiencias culturales diversas. Desde estas relaciones, la escuela se presenta como lugar en el que se establecen intercambios con el afuera, es decir, con la realidad de la que es parte.
5.9 Así nuestra escuela es un lugar de reflexión, de cuestionamiento, generadora de nuevos sentidos a la luz del Evangelio de Jesús. El diálogo entre fe-cultura, fe-vida invita, desde lo pedagógico, a la revisión permanente del qué, cómo y para qué se enseña lo que se enseña, favoreciendo el conocimiento y la apropiación del mundo para su transformación, sostenidos desde un enfoque interdisciplinar capaz de integrar miradas múltiples.
6. Compartimos con las familias un destino común.
6.1 Las familias son el espacio primario donde aprendemos a relacionarnos y, desde esas relaciones, a hacer experiencia de lo valioso, de lo trascendente. Más que un centro que enseña, son una matriz que transmite estilos de vida, comportamientos, actitudes, valores. Es en las familias donde hacemos experiencia de un conjunto de relaciones intersubjetivas profundas, como son la paternidad, la maternidad, la filiación, la esponsalidad, la fraternidad… y aprendemos a ejercitarlas.
6.2 “Desde el punto de vista de la fe cristiana, existe no sólo una semejanza simbólica entre la experiencia familiar y el misterio de la Trinidad, sino una real participación en su vida (Cfr. Familiaris Consortio Nº 11 y 15)” . “La imagen simbólica de la familia para aludir al Dios Trinitario, nos pone ante una realidad concreta y ante una experiencia humana ampliamente compartida, desde la que es posible abrirse al misterio mismo de Dios. Por eso la educación y evangelización del niño pasan necesariamente por la atención a su familia” .
6.3 Asumimos que los nuevos modos en que se viven las relaciones familiares, así como el surgimiento de nuevas configuraciones familiares resignifican las relaciones entre las familias y la escuela, invitando a un continuo y permanente diálogo centrado en su misión común.
6.4 Poner los ojos hoy en la Sagrada Familia, nos enseña a mirar de manera amorosa e inclusiva aquellas nuevas configuraciones familiares, descubriendo a partir de lo que hay, el camino que tenemos que hacer como sociedad para llegar a vislumbrar en nuestro horizonte cultural el Evangelio siempre vivo.
6.5 Para colaborar en esta misión de educar y para posibilitar que las mismas relaciones familiares sean espacio de experiencia del Dios-Trinidad, nuestra escuela les ofrece a las familias espacios comunitarios para la participación, la colaboración, el encuentro, la formación y la celebración.
Referencias: